âToda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obraâ (2 Timoteo 3:16-17).Antes de examinar el poder santificador de las Escrituras, debe considerarse esta declaración crucial de Pablo. Algunos eruditos sugieren que Toda la Escritura es inspirada deberÃa traducirse âToda Escritura inspirada por Dios esâ¦â, lo cual dejarÃa abierta la posibilidad de que alguna parte de la Escritura no está inspirada por Ãl. Pero esa traducción harÃa que la Biblia careciera de valor como guÃa confiable para la verdad divina, porque no tendrÃamos forma de determinar qué parte está inspirada por Dios y qué parte no. Los hombres quedarÃan a merced de sus mecanismos finitos y pecaminosos para descubrir qué parte de la Biblia puede ser cierta y qué parte puede no serlo; qué parte es Palabra de Dios y qué parte es conjetura humana. Por tanto, el pensamiento de Pablo es que las Escrituras que dan salvación deben ser inspiradas por Dios. Las palabras de los hombres nunca podrÃan transformar el interior de la persona (Sal. 19:7). . . .