âPor lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre si sus propios cuerposâ (Romanos 1:24).Por lo cual se refiere a las razones que Pablo acabó de dar en los versÃculos anteriores, 18-23. Aunque Dios se reveló a sà mismo ante el hombre (vv. 19-20), el hombre rechazó a Dios (v. 21) y después justificó con razonamientos ese rechazo (v. 22; cp. v. 18b), para después crear a su antojo dioses substitutos (v. 23). Debido a que el hombre abandonó a Dios, Dios abandonó a los hombres, los entregó. Es ese abandono divino y sus consecuencias lo que Pablo desarrolla en los versÃculos 24-32, el pasaje más espinoso y escalofriante de toda la epÃstola. . . .