Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. (Apocalipsis 21:21-22)Como si solo ver la espléndida ciudad capital del cielo desde lejos no fuera privilegio suficiente, el guÃa angelical de Juan lo llevó a su interior. Al entrar en la ciudad, el apóstol observó que la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Las calles en la nueva Jerusalén estaban hechas de oro puro de la más alta calidad, que, como todo el resto de las cosas en la ciudad celestial, era transparente como vidrio. El oro transparente no es un material que conozcamos en la tierra. Pero todo allà es transparente para dejar que la luz de la gloria de Dios brille sin restricciones. . . .